jueves, mayo 08, 2008

El brik de leche fría es la teta de una madre muerta.


Me he pasado la mayor parte de mi vida metido en un cubo de hormigón.
Elevado a unos 30 metros del suelo.

Una tercera parte de brazos cruzados,
mirando por la ventana.
El resto tratando de poner en orden mis pensamientos.

Si miraba fuera era porque llovía;
alguien pasa con la seguridad inocente de un paraguas añadiendo dimensión a una plaza regada con la luz pegajosa y naranja de las lámparas de mercurio.

Y también hay misterio sincopado de sombras detrás de las ventanas que están aún encendidas:
el Gran Mono siempre persiguiendo su lógica de bola cristalina.

Y los vecinos discuten.
No, follan.
No, discuten.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y los espejos callan...
(¡ay! el narcótico cheirume del pollo)

Ignacio dijo...

Olvidó usted mencionar a las vecinas libertinas, que ahora no recuerdo si discutían o le sugerían a usted la otra actividad de su poema, por otro lado excelente, como es habitual.

Se me cuide mucho, que por aquí intentaremos hacer lo propio.

Agur!

Nacho.