miércoles, febrero 20, 2008

Gato II


A medida que la presión auricular aumenta, los sonidos se van apagando.
En el espacio casi siempre es así, las sombras arrojan su fosfórico regalo y se hacen más negras, más opacas.

Debido a un exceso de oxígeno, el animal a los mandos quiere escapar y siente deseos de salir de su cuerpo.
La compresión va en aumento y el rugido quebradizo del motor se convierte en apenas un silbido.
A velocidades superiores es normal sentir euforia.
Más allá, un vacío que se va llenado con la parafernalia de un avance lento y espectacular...


Fue un viaje corto y la bestia regresó muerta.