martes, abril 24, 2007

Viaje III: La varroa







El panal de las abejas era un sitio tranquilo hasta que llegó la varroa con sus gilipolleces.
Cuando el viejo cura se dio cuenta ya era demasiado tarde,
más preocupado en repatir el jamón de la pata, ni si quiera fue él quién vio la primera.
La vio aquel niño, que deseaba extinguir a todos esos insectos repugnantes.

Si llega a saber que el acaro podía ayudarle en su labor, habría encontrado la manera de alimentarlo, asumiendo incluso el riesgo de que se extendiese a los humanos.

El panal de rica miel de los cojones y los demonios zumbadores amenzando continuamente, mirando con sus miles y millones de ojos estupidos y destilando su estupidez inconsciente en el almibar de los raquíticos estomagos de sus esclavos.
¡Ojala estuviérais todos muertos!

Por aquel entonces se comprendía ya el porqué de la sociedad, y comenzaba a intuirse la terrible prisión en la que la varroa se alimentaría glotona del palmitato de metilo y la hemolinfa, debilitando el organismo e impidiendo la llegada de oxígeno a las extremidades vitales.
Aquella alabada estructura no era otra cosa que la proyección de los cerebros ateridos que llenaban su cabeza. Nada más que un intento de universalizar la desesperación de saberse encerrado.



Sólo el humo aterraba a los insectos, los hacía huir, el humo... 
y el niño cuando lo comprendió, se sintió feliz.






3 comentarios:

danzig666 dijo...

Esto cada vez se nos pone más raro... jurl, jurl, jurl

Anónimo dijo...

Desde luego es para liarse a tiros...
tiri-tos tiros,
TIRI-tos tiros,
TIRI-tos ti...

No sé si me explico.

danzig666 dijo...

Te habrá entendido tu ego y nadie más , te digo y te repito que akí solo trolleo YO, NADIE MÁS, no te habrás ganado el calificativo de troll hasta que no te hayas pillado la pichurrina (o la almejita en su defecto ji ji ji ji ji) con la cremallera del forro polar.

No sé si me explico