Regresamos al gran culo, al ojete primigenio.
El rey mono sonríe placidamente.
Los excrementos anegan parietales. Esta vez no hay salida.
Los bonobos copulan.
Hay un botecito traslúcido y hermético; si lo habres dice:
-¡olvidalo, idiota!
Por fin todo marcha como debiera, y el jodido orden maquinista coloca a cada uno en su lugar.
Lejos de casa, la selva.
Arañando a la gallina mágica... ¡y una polla!
¡Esta clueca la muy hija de puta!
Esta clueca.